Cada sombra de la noche vela sus ojos
de ausencia.
La brisa roe la piel en el olvido de la vida,
las arterias se han secado
al igual que la linfa de las hojas,
y el beso que es una mueca de tragedia griega,
arranca en cada dentellada
la inocencia y la ternura.
En esta noche sin luna
y sin estrellas,
la felicidad se amortaja con sábanas negras.
La vida detenida en la esquina de las sombras
ve pasar el sepelio de su propia muerte.
viernes, 19 de abril de 2013
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